Una dieta baja en grasas es por lo general lo que se recomienda para bajar de peso, pues nunca se asocia un alto consumo de grasa a una vida saludable o a una dieta respetable. No obstante el organismo necesita grasas para poder funcionar óptimamente pues sin ellas muchas funciones fisiológicas simplemente son imposibles.
¿Qué tipo de grasas elegir? ¿Qué alimentos las contienen? ¿Y cuáles definitivamente debemos evitar a toda costa? A continuación los principales tipos de grasas para que elijas con conciencia cuáles incluir en tu dieta diaria:
Mono insaturadas
Este tipo de grasas son las más saludables pues provienen de productos vegetales sin haber sido procesados, lo cual facilita su digestión y aprovechamiento sin que afecten al sistema cardiaco o digestivo. Se recomienda incluir diariamente alimentos como aceite de oliva, aguacate y nueces como almendras, nuez de la India y de Brasil, avellanas y pistachos.
Poliinsaturadas
Estas grasas se encuentran divididas en 2 tipos, omega-3 y omega-6 y ambas son buenas, sin embargo el problema radica en que nuestra dieta en la actualidad se encuentra repleta de productos llenos de grasas omega-6 por lo que se recomienda balancear esto ingiriendo de manera abundante las omega-3.
Las grasas omega-3 se encuentran muy bien representadas en pescados como el salmón y las sardinas, así como en semillas y nueces. En el caso de las omega-6 éstas se encuentran en aceites de girasol, maíz y soja, los cuales son muy utilizados para cocinar en casi todos lados.
Saturadas
Las grasas saturadas no son del todo malas, pero deben consumirse con mucha moderación pues de lo contrario pueden causar enfermedades cardiacas como hipertensión y ataques al corazón. Productos como la carne roja, mantequilla y crema de cacao contienen grasas saturadas y por lo tanto deben incluirse muy poco en la dieta.
Trans
Las grasas trans definitivamente deben evitarse en la medida de lo posible pues lejos de aportar beneficios a la salud sólo la dañan; en este caso lo que ocurre es que los aceites vegetales se hidrogenan convirtiéndose de grasas insaturadas a grasas saturadas (que además ya sufrieron otro proceso químico). La manteca y margarina son dos buenos ejemplos que deben eliminarse.
Imagen: Pixabay