Llega el frío y uno tiende a darle menos importancia a lo que comemos, lo que muchas veces se ve reflejado en nuestra silueta. Esto hace que cuando se acerca el verano batalles con calorías, dietas estrictas o sentimientos de represión y luego de culpa en un ciclo continuo y constante.
En lugar de esto, te proponemos que incorpores alimentos y hábitos sanos para que poco a poco los no tan sanos vayan saliendo de tu vida sin que se sienta como un sacrificio, y puedas mantener esta dieta equilibrada todo el año.
- Estabiliza tu nivel de azúcar en la sangre: Trata de comer de 3 a 5 comidas al día para que controles de mejor forma la cantidad de alimento que ingieres. Agrega mucha fibra (verduras, granos y legumbres) y proteína de calidad para que te sientas satisfecha todo el tiempo.
- Come grasas saludables: Agregar nueces, semillas, palta y aceites de olivo y coco te ayuda a tener menos antojos y a que tu cuerpo y tu mente se mantengan más saludables y activos; además, este tipo de grasas mejoran el ánimo y combaten la depresión.
- Agrega más hojas verdes: Ya sea en licuados, ensaladas, sopas o guisados, las hojas verdes aportan muchísimos nutrientes y quitan el hambre. Alterna las de hoja oscura como espinaca y acelga con las claras como lechuga y berza.
- Satisface tus antojos: Si tienes antojos fuertes de sal o azúcar, elige versiones más saludables de estos. Por ejemplo, hornea tus propias papas con aceite de olivo y sal de mar, o elige chocolate amargo en lugar de chocolate de leche con azúcar refinada.
- Haz actividad física: No tiene que ser “ejercicio en un gimnasio”. Sólo muévete. Sal a caminar, baila, arregla tu jardín, toma las escaleras en lugar del ascensor; simplemente activa tu energía y metabolismo moviéndote un poco.
- Lleva un diario de alimentos: Esta es la única forma de saber exactamente qué estamos comiendo, cómo nos hace sentir y qué nos funciona a largo plazo y qué no. Poco a poco irás viendo patrones que te harán sentido y te iluminarán en cuanto a qué elegir y qué evitar.
- Cocina: Cocinar nos permite elegir la calidad de los ingredientes y cuánto queremos agregar de cada uno. Nos pone en contacto directo con lo que preparamos y esto se refleja en un mayor aprecio, disfrute y conciencia. Come alimentos preparados en casa al menos el 80% del tiempo.
Fuente: Jessica Ess Marcus.
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